El regalo del emperador, la historia de Kamatari
«En el Japón feudal explicaban la historia del poder de un dragón y el amor y el valor de una doncella.
Sucedió una vez que una perla sagrada fue enviada de China a la corte del Japón. Pero se perdió durante el viaje, y se apoderó de ella el dragón que gobernaba aquella parte del océano. El relato no aclara cómo sucedió, mas el responsable de la joya, el noble Kamatari, fue exiliado por el extravío.
Kamatari se retiró al pequeño pueblo pesquero de Fukazaki, a orillas del mar del Japón. Allí vivió tranquilo entre los aldeanos por espacio de varios meses, y finalmente se enamoró de una joven ama que se ganaba la vida buceando en busca de mariscos.
El noble amaba profundamente a la doncella, pero ni siquiera su presencia le hacía olvidar la pena de su fracaso. Cuando le confesó su historia, ella decidió demostrarle su amor.
Pidió a Kamatari que se alejara con ella de la costa. Una vez allí, saltó de la barca y se sumergió. Conteniendo la respiración, la doncella rozó los arrecifes de coral y atravesó el túnel de algas que ocultaba el palacio del dragón. Llegó pronto al palacio y halló la preciosa perla.
La joven ama huyó con ella, y surcó las aguas en dirección a Kamatari y su barca. Pero había sido vista. Los rabiosos esbirros del rey dragón -el pulpo, varios peces, tortugas, cangrejos e incluso un oni o diablo de revueltos cabellos- avanzaban raudos en su persecución, a través de las olas, para recuperar la perla.
Desesperada, la mujer se rajó el pecho con su cuchillo, y se introdujo la joya en la carne para salvarla. Y, ya con las manos libres, nadó hasta el bote.
Al fin lo alcanzó. Los monstruos quedaron atrás, y Kamatari sacó del agua a la muchacha. Como prueba de su amor, ésta le dio la perla, pero la herida que se había hecho era fatal y, en cosa de momentos, la pobre murió.»
Más relatos cortos: «Enojados merodeadores de los Alpes.»